El desafío de la desigualdad de género: una "transformación personal y colectiva"
Victoria Espasandín y Mariana González Guyer fueron entrevistadas en el marco de la campaña «Desafiemos las desigualdades», realizada en colaboración entre diversos equipos de comunicación de la Udelar, la Comisión Abierta de Equidad y Género (CAEG) y comisiones y comités de género de distintos servicios de todo el país, en el marco del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo.
Espasandín, coordinadora del equipo asesor de la CAEG y González Guyer,integrante del Centro de Estudios Interdisciplinarios Feministas (CEIFem) y coordinadora del Observatorio para la Igualdad de Género, abordaron cómo se expresan las desigualdades de género a la interna de la institución y qué acciones se desarrollan y se pueden instrumentar para desafiarlas.
Explicaron que las desigualdades sociales se configuran cuando no se goza de los mismos derechos y no se accede de igual manera a bienes y servicios; las trayectorias de vida de las personas que las sufren están marcadas por ciertas características que las hacen más vulnerables a la violencia, al acoso o al ridículo.
«El género es una de las variables que define formas de desigualdad muy específicas relacionadas fundamentalmente con el acceso al poder», apuntó González Guyer. Acotó que «la desigualdad de género no anda sola por la vida, está atravesada por otras desigualdades como la de clase, la étnico racial, la desigualdad entre Montevideo e interior: [...] es lo que se llama interseccionalidad». «No es lo mismo ser una mujer blanca de sectores medios y estar en la Universidad, que ser una mujer trans, afro, que trabaja como empleada doméstica», añadió.
Datos de la desigualdad en la Universidad
Tanto Victoria Espasandín como Mariana González Guyer repasaron algunos datos que reflejan la desigualdad en la Universidad de la República (Udelar). En cuanto al colectivo docente, el 60% de los cargos Grado 1 y Grado 2 están ocupados por mujeres, pero éstas sólo ocupan un tercio de los cargos Grado 5, lo cual muestra las dificultades que tienen las mujeres para acceder a cargos de mayor jerarquía. En cuanto a la segregación horizontal, en el Área Salud hay un 70% de estudiantes mujeres, mientras en las áreas de Tecnología y Ciencias de la Naturaleza y el Hábitat las mujeres son la mitad.
Dentro del funcionariado técnico, administrativo y de servicio (TAS) «la feminización es inmensa» dijo González Guyer, ya que el 66% son mujeres. Dentro del escalafón Profesional, casi el 90% son mujeres, lo que puede tener que ver con «la seguridad en el trabajo» que ofrece la Universidad y los empleos públicos, que en ocasiones pueden tener salarios más bajos que el sector privado, pero ofrecen mayores derechos laborales.
Espasandín agregó que se debe trabajar en cómo se distribuyen las horas extras y nocturnidades: «Hay estereotipos que marcan que las nocturnidades son más para los varones. Hay que ver qué brechas pueden existir en el tema de remuneración», apuntó. Añadió que, a pesar de que se han generado acciones relativas al cuidado de niñas y niños, hay otras poblaciones que también los requieren. En este sentido, señaló que la Udelar no contempla en su Ordenanza de Licencias la posibilidad de tener días para, por ejemplo, el cuidado de padres: «estas cuestiones hacen que las trayectorias laborales de las mujeres en la Universidad sean más complejas», afirmó.
También dentro del estudiantado, la carga de cuidados recae más en las mujeres: el 15% de las estudiantes mujeres declaran ser responsables de cuidar a alguien, mientras que en los varones es el 9%. En cuanto a los casos de violencia, acoso y discriminación las estudiantes continuan siendo las más afectadas y los responsables de las agresiones son docentes y estudiantes varones en la enorme mayoría de los casos, según una encuesta realizada en 2021. Para González Guyer «es terrible que esto esté pasando, pero es un avance saberlo» ya que contar con información es clave para pensar qué medidas y acciones se pueden tomar para enfrentar esa problemática.
«Un pienso colectivo para arribar a soluciones colectivas»
En cuanto a las acciones que lleva adelante la CAEG, Espasandín señaló que se trabaja en identificar cuál es el acceso y el control de los recursos que tienen las mujeres dentro de la Universidad y las brechas que existen con los varones. Destacó la valiosa información que surge de distintos ámbitos de la institución, y que da cuenta de las dificultades que atraviesan las mujeres en sus trayectorias laborales y educativas por barreras que surgen de la propia institución pero que están presentes en la sociedad en general. «Las mujeres no podemos estudiar de la misma manera, perdemos oportunidades de trabajo y no accedemos a los mismos espacios de toma de decisión que los varones», afirmó. Además, agregó que están expuestas a situaciones de violencia de forma mucho más frecuente.
Luego de identificar estas desigualdades, la CAEG las problematiza y las coloca en la agenda de la Udelar para instrumentar, a partir de ellas, políticas que apunten a revertirlas. Una de las líneas que se trabaja es la de los cuidados co-responsables, tanto en el ámbito laboral como en el educativo, ya que las tareas de cuidados que les son asignadas tradicionalmente a las mujeres causan que sus trayectorias académicas sean más lentas que las de los varones y que tengan menos oportunidades de ascenso y de acceso a cargos. En este marco, se creó una Comisión Central de Cuidados que trabaja, entre otros temas, en la instrumentación de salas de lactancia y espacios de cuidado y recreación que se están generalizando en la Udelar.
Otro de los espacios institucionales generados en atención a las problemáticas de género es la Comisión Central de Violencia, Acoso y Discriminación que comenzó a funcionar en 2013 y a partir de 2020 cuenta con una política y una ordenanza específica. Además, la CAEG apoya a los servicios universitarios para la implementación del Modelo de Calidad con Equidad de Género, que promueve la transversalidad de la perspectiva de género en todas las acciones: políticas, programas y en las «formas de hacer» en la institución, para no reforzar estas desigualdades sino revertirlas, «generando un pienso colectivo para arribar a soluciones colectivas». Actualmente, veinte servicios y espacios de la Udelar se adhirieron al Modelo y doce facultades están certificadas. Espasandín marcó estos datos como un logro porque se generó institucionalidad y espacios de trabajo cogobernados, pero señaló que para la sostenibilidad de esos procesos se necesitan recursos asociados.
Por su parte, el Observatorio se propone ser un instrumento que colabore con la formulación, diseño y evaluación de políticas. Para ello, se organiza en tres grandes ejes de trabajo: la construcción de un sistema de información e indicadores; la sistematización de las políticas y acciones que a nivel internacional, nacional, de la Udelar y de cada servicio se llevan a cabo para combatir la desigualdad; y el relevamiento de la producción de la Universidad respecto al tema de la desigualdad, tanto en enseñanza, extensión como investigación.
González Guyer opinó que la Udelar ha dado grandes pasos en la visualización de la desigualdad de género como un problema. Hace veinte años, cuando se creó la Red Temática de Género, no se hablaba del tema: «la Universidad se considera a sí misma como un espacio muy democrático, costó mucho trabajo que comenzara a mirarse y se diera cuenta que es una institución muy antigua, que es muy patriarcal, muy jerárquica y muy masculina». «La Universidad fue inventada por los varones, para los varones. Las mujeres nos colamos, entramos por la ventana del costado y los feminismos han implementado diversas formas de lucha para que la Universidad efectivamente sea inclusiva y democrática, y aunque estamos avanzando, este es un trabajo que tenemos todavía por delante», explicó.
Por último, ante la consulta sobre qué podemos hacer para desafiar las desigualdades, Espasandín respondió que en primer lugar hay que reconocer a cuales están expuestas las mujeres: «Reconocernos a nosotras mismas e incidir en la deconstrucción y la construcción de nuevas formas de masculinidades. Nuevas formas de relacionarnos dentro de la Universidad», planteó. Agregó que el desafío de las desigualdades también «implica incorporar la perspectiva de género», lo que supone a una «transformación personal y colectiva».
Se puede escuchar la entrevista completa realizada en el estudio de UNI Radio (clic aquí).